Corría el año 1933. Hitler ya era Canciller de Alemania, cuando Johann Trollman (apodado Rukeli), boxeador gitano, se enfrentaba en un combate desigual contra el alemán Adolf Witt (campeón de peso pesado), por el título de campeón de peso semipesado. Trollman usó inteligentemente su agilidad y su baile de piernas y tras los seis asaltos ganó por puntos. Rukeli lloró de felicidad en el ring, y esa fue la excusa para que seis días después le arrebatarsen el título.
La razón oficial fue por "pobre comportamiento" (llorar en el ring) y "mal boxeo". La verdadera razón: ser gitano. Dos meses después, las autoridades nazis organizaron un nuevo combate, en el que obligaron a Trollman a participar, pero con condiciones: El joven gitano no podría moverse del centro del ring ni utilizar su famoso baile de pies para esquivar los golpes. Si no, perdería su licencia.
Trollman apareció en el ring con el pelo teñido de rubio y todo su cuerpo cubierto de harina, en un gesto de provocación, burla y caricatura hacia la imagen del “guerrero ario” con la que la propaganda nazi estaba envenenado el país. Durante el combate se quedó inmóvil en el centro del ring, con las piernas separadas y sin esquivar, uno tras otro, los mazazos de su rival, Gustav Eder, famoso por sus poderosos golpes. Johann resistió cinco asaltos y cayó al suelo totalmente bañado en sangre.
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Hazañas & Proezas admirables.

